Según el antiguo ritual, se deben tomar en ayunas tres tragos de caña. Este número no es casualidad, tiene un valor simbólico en muchas culturas, asociado al equilibrio y la protección.
Se recomienda hacer el ritual con una clara intención: pedir salud, agradecer lo vivido y abrirse a lo nuevo. En muchas familias, se comparte la bebida como un acto colectivo de cuidado y conexión.