El Potro rompió moldes. No solo llenó estadios y discotecas, sino que conquistó al público televisivo y al circuito comercial porteño, un territorio históricamente esquivo para el cuarteto. Su magnetismo trascendía la música: su imagen, sus gestos y su historia personal se fundieron con el mito que, un cuarto de siglo después, sigue creciendo.
Durante este aniversario, familiares, amigos y fanáticos de todo el país lo recuerdan con homenajes, canciones y encuentros. Córdoba, su tierra natal, encabeza las actividades conmemorativas, mientras que miles de personas lo evocan también en redes sociales, donde su figura vuelve a viralizarse cada año.
Rodrigo no solo fue un artista popular; fue un símbolo de una época, un emergente de las periferias que se volvió estrella sin perder su esencia. Su abrupta muerte lo convirtió en leyenda, y su música sigue sonando con fuerza en cada fiesta, en cada cancha y en cada recuerdo. Veinticinco años después, Rodrigo sigue siendo eterno.